El activismo ciudadano puede y debe parar la locura suicida del militarismo
Juan Carlos Rois compartió sus estudios y sus reflexiones en Elx.
Unas veinticinco personas se dieron cita en el Centre Sociocultural El Margalló d’Elx para escuchar la conferencia compartida por el experto en cuestiones militaristas Juan Carlos Rois. La charla tenía por título «¿Armas para Ucrania? Lo que nos ocultan sobre el gasto militar», y estaba organizada por los mismos colectivos de la comarca que convocan cada día 24 de mes sendas concentraciones en Elx para pedir la paz en Ucrania.
Ante la atenta mirada de su auditorio, Rois fue desgranando el verdadero cálculo de gasto militar del estado español, del cual, como un gran iceberg del que solo asoma la punta, solo se informa o se reconoce una pequeña parte del mismo por parte del gobierno.
Repasando el escándalo y el déficit democrático que supone esta ocultación a la ciudadanía de una cuestión tan importante y que absorbe una porción tan significatva de los presupuestos del estado, se habló de sus porqués; el mecanismo de las puertas giratorias o, por ejemplo, los intereses de la industria armamentística. Todo ello provoca que el gasto militar español crezca sin cesar, gobierne quien gobierne, habiéndose llegado a la situación de que el récord de aumento lo tiene, precisamente, el actual ejecutivo, el cual algunos quieren ver como «el más progresista de la historia». En esta cuestión de gasto militar, así como de intervencionismo bélico en otros países y seguidismo acrítico de las directrices de la OTAN y EEUU (como podemos comprobar en la situación actual de la crisis de Ucrania), este gobierno resulta ser justamente lo contrario a lo que se debería entender como progresismo.
Por último, se centró en la propuesta de lo que debería ser una «defensa» real de la sociedad. ¿Qué queremos defender realmente? ¿Son los ejércitos y las policías los instrumentos adecuados para ello, o sería mejor dedicar la gran cantidad de recursos derrochados en este tipo de instancias bélicas y violentas a atender las verdaderas necesidades que pudieran construir una sociedad más justa, armoniosa y solidaria con la población de otros lugares del planeta? Esta última línea de reflexión dio parte a un pequeño coloquio en el que la pregunta que rondaba el aire era ¿y qué se puede hacer para frenar esta locura? Las respuestas que se dieron fueron esperanzadoras; se habló del poder de la educación, pero también del activismo ciudadano organizado, como semilla capaz de dinamizar la sociedad hacia el empoderamiento necesario para obligar a quienes toman las decisiones a realizar cambios que ayuden a salir de la loca espiral del militarismo.