Compartimos el análisis del Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria sobre la huelga de alquileres iniciada el 1 de abril de este año.
En Gran Canaria hay que partir de que la idea de una huelga de alquileres no nos era extraña en determinados espacios militantes. Desde que la Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC) se metió en vivienda (2012) lo hizo buscando y nutriéndose de referentes del pasado, y esos referentes casi siempre hablaban de huelgas arrendatarias: Baracaldo (1905), Buenos Aires (1907), Glasgow (1915), Nueva York (1918), Sevilla (1919), Veracruz (1922), Santiago de Chile y Valparaíso (1925), Barcelona (1931) Santa Cruz de Tenerife (1933), y esto por mencionar sólo las más conocidas de la primera mitad del siglo XX.
En 2015 y 2016 la FAGC participó en dos tanteos de huelga de alquileres en la capital grancanaria en dos bloques de viviendas de propiedad vertical, con la finalidad de obtener una rebaja del alquiler. La primera se ganó al instante de declararse y la segunda tan sólo al día siguiente. Se nos demostró entonces, empíricamente, como un arma formidable, que casi no requería recursos y que obligaba a las huelguistas, si querían ganar, a dotar a lo que antes tomaban por un «problema personal» de un sentido colectivo.
La huelga de alquileres tenía además otra ventaja: ante una situación de impago involuntario, la huelga podía convertir la insolvencia en un acto de reivindicación política y lucha social. La idea también nos la aportó indirectamente la experiencia de una compañera que, sin ningún recurso, decidió ponerse en huelga de hambre: ya que igualmente no iba a comer, al menos podía darle un contenido político a su dura situación. La misma lógica articuló a lo largo de la historia las ya mencionadas huelgas arrendatarias: cuando no se puede pagar y hay poco que perder, la posibilidad de organizarse con otras y coordinar el impago se convierte en una realidad incluso cuando no hay la más mínima politización previa.
Con esta táctica en el horizonte se fundó el Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria el 21 de enero de 2017, el primero del Estado. En la sección «Finalidades y medios» de sus «Principios» ya se recogía:
11. Se explorarán otras herramientas de lucha colectiva como son las Huelgas de Alquileres, a fin de detener desahucios masivos, conseguir una rebaja general de los alquileres, etc.
En Canarias la huelga de alquileres no era por tanto una ocurrencia, una extravagancia o un «conejo sacado de la chistera»; era una herramienta conocida, trabajada y, ante nuestra alarmante situación económico-social, tanto antes como especialmente ahora, una necesidad.
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