Secretaría Feminismo CNT
Nosotras nos acostumbramos a vivir con miedo. Vivimos – más bien sobrevivimos – alerta: alerta para llegar vivas y sanas a casa cuando salimos por la noche, alerta para no caer en una relación de violencia machista, alerta para que no nos acosen, nos violenten, nos violen, nos asesinen. Nuestro cuerpo sabe de memoria qué músculos se tensan cuando escuchamos pasos demasiado cerca de nosotras si caminamos solas de noche. Nuestras pulsaciones se disparan cuando le damos mil vueltas a cómo enfrentarnos a ese tío baboso, a ese compañero baboso, a ese jefe baboso. Nos sudan las manos temiendo nuestro despido si no sonreímos lo suficiente, si no somos lo suficientemente complacientes, si no somos sumisas. Nos quedamos sin aire si pensamos en el momento en el que en la empresa se den cuenta de que estamos embarazadas. Nos ahogamos cuando no sabemos con quién dejar a nuestras hijas mientras hacemos jornadas maratonianas en condiciones precarias sabiendo, además, que nuestras pensiones serán inferiores a las de los hombres.
Nos acostumbramos tanto a vivir con miedo, que el miedo ya es una parte de nosotras. Y no es para menos: en lo que va de año, 82 mujeres han sido asesinadas. En España se denuncian 14 violaciones al día, es decir, una cada dos horas; y 55 agresiones sexuales al día, es decir, más de dos cada hora. Unas agresiones que no dejan de aumentar, según el Balance de Criminalidad de Interior, que señala un aumento de casi cinco puntos respecto a 2023. A esto, que es la punta del iceberg, se le unen las demás violencias estructurales que vivimos en el día a día: dificultad de acceso al empleo, precarización de sectores feminizados (limpieza, cuidados,…), abuso de temporalidad, reducciones de jornada por asumir tareas de cuidados en mayor medida que los hombres, impunidad para los agresores y falta de reparación para las víctimas, cuestionamiento de nuestros relatos, abusos sexuales a menores y sexualización de la infancia, violencia contra las madres protectoras, recortes en las pensiones y en la sanidad y educación públicas, lugares que deberían ser seguros en los que diariamente se dan agresiones machistas y, por si fuera poco, la represión: nuestras compañeras de La Suiza, de CNT Xixón, condenadas a prisión por hacer sindicalismo, por haber apoyado a una trabajadora en lucha por la dignificación de sus condiciones de trabajo. Nos acordamos en este día contra las violencias machistas de las mujeres afganas, de las palestinas y de las kurdas. Su resistencia es esperanza para todas.
Por todo esto, este 25N decimos que sí, que, tenemos miedo, pero el miedo no nos salva. Nuestro miedo ha dado paso a la rabia y la alegría organizadas con nuestras compañeras en CNT. Nuestro miedo se ha tornado en motor de cambio, de reacción contra el patriarcado y el capital, que nos asfixian. En CNT sabemos que juntas nos defendemos ante los embistes de un mercado laboral despiadado y que juntas nos cuidamos de los agresores machistas fuera de nuestros espacios, y también dentro, porque somos mujeres que cuidamos de mujeres. En CNT soñamos y construimos mundos sin violencias machistas y es que, de tanto miedo, ya casi nada nos asusta.
Nos quieren solas y con miedo, nos tienen juntas y organizadas.